Más de 6.500 trabajadores migrantes de India, Pakistán, Nepal, Bangladesh y Sri Lanka han muerto en Qatar, durante la construcción de los estadios, y también en las carreteras e incluso en una ciudad completamente nueva donde se jugará la final de la Copa del Mundo. Ese dato trágico poco le importa a los organizadores. ¡Miles de millones gastados en estadios que luego no se emplearán, solo para darle el gusto a un régimen, que no le interesa, entre otras cosas, la suerte de los niños palestinos que no tienen comida ni medicinas!
La imagen hoy del presidente de la FIFA, Gianni Infantino, sentado en
la inauguración de la Copa junto al invitado al evento Mohamed Bin
Salmán, el príncipe heredero de Arabia Saudí, quien tiene inmunidad en
Estados Unidos, frente al asesinato del periodista Jamal Khashoggi,
realizado en la embajada saudita en Turquía, es vergonzosa.
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